Un recorrido en Nissan Frontier
Mi reloj marcaba las 9.30 de la noche cuando decidimos irnos a dormir, era claro que la lluvia nos acompañaría el resto de la noche. En esta época del año, aquí llueve por itinerario; todos los días a medio día. Pero este año, había sido mas pronunciado el invierno y todo lo que habíamos planeado cambió.
Estábamos en un campamento a dos mil seiscientos metros de altura, la misma altura que Bogota, pero con vistas al mar. Y es que aquí en la costa norte del país, tenemos uno de los más grandes tesoros de la geografía colombiana; La Sierra Nevada de Santa Marta. Es la montaña costera más alta del mundo, que alcanza casi 6,000 metros de altura en sus picos; Colon y Bolivar. Y fue aquí donde decidimos venir a explorar y vivir una nueva aventura a bordo de la Nissan Frontier Pro-4x.
El día anterior habíamos ascendido por el flanco norte de la sierra, iniciando por la vía que conduce a Minca, y siguiendo hacia la cuchilla de San Lorenzo. Esta ruta tiene 40 kilómetros desde la carretera hasta la cima, pero solo 15 kilómetros son trocha. Llevamos años viniendo a esta región, atraídos por su biodiversidad y belleza natural. Pero este año, las fuertes lluvias han deteriorado el camino y nos hemos encontrado con unos pasos más difíciles de sortear.
Sin embargo, no todo es malo; las fuertes lluvias también han incrementado el caudal de los miles de arroyos y quebradas de la montaña, sacando a relucir bellas cascadas en muchos sitios. Y para nuestra fortuna, aquella mañana el clima nos había regalado un pequeño espacio en el que logramos apreciar el paisaje: picos nevados hacia el sur y la bahía de santa marta al norte.
Pero al poco tiempo, nos vimos inmersos en las nubes y no volvimos a ver el sol hasta descender nuevamente a la costa al día siguiente. El clima arrugaba los planes de compartir asados y fogatas, pero gracias a la resiliencia de nuestros compañeros de viaje, nos adaptamos, y sacamos al mal clima la buena cara.
Esta aventura, no nos llevó a trochas ni pruebas físicas extremas. Sin embargo, si puso a prueba nuestra capacidad de abrazar el cambio y sacar provecho a lo que puede parecer malo. En estas circunstancias, es muy gratificante compartir con conocidos y amigos, y enfrentar con ellos dificultades no planeadas para convertirlas en anécdotas, no en problemas.
Eso nos pasó aquí en la Sierra Nevada de Santa Marta: la lluvia intentaba aguar nuestros planes, pero de ahí sacamos largas conversaciones, nos apoyamos unos a otros en la preparación de las comidas y en el cuidado de los niños. Y logramos apreciar todo lo bueno que nos ofreció la montaña: unos minutos de buena vista, cascadas y un contacto total con la naturaleza.